A finales del pasado mes de octubre, el planeta Tierra alcanzó la increíble cifra de 7000 millones de habitantes. Algo que da un poco de vértigo, más aún pensando que en los próximos 40 años se calcula que lleguemos a ser 9000 millones de seres humanos.
Más allá de lo meramente anecdótico de estos números, el problema se plantea a la hora de analizar los posibles efectos que este crecimiento poblacional puede tener sobre el Medio Ambiente desde el punto de vista de la gestión de los recursos y de la generación de residuos, sin olvidar el abastecimiento energético derivado de esta situación.
Mucho se ha hablado de este tema en los medios de comunicación, y no son pocos los que se han hecho eco del reto ambiental al que se enfrenta el planeta, siendo la alimentación, o mejor dicho, la distribución de los alimentos, uno de los principales puntos conflictivos, más teniendo en cuenta la creciente disminución de recursos y los fenómenos climáticos que venimos viviendo en los últimos años y sus efectos directos sobre la producción agrícola y ganadera en determinadas regiones del planeta.
Nos enfrentamos a una realidad sin precedentes, ¿cómo hacer frente a necesidades ilimitadas en un planeta con recursos limitados? Ahora más que nunca cobra protagonismo el concepto de “huella ecológica”, en otras palabras, ¿cuántos planetas Tierra necesitaremos para poder abastecer a 7000 millones de seres humanos?
Los efectos de este crecimiento no solo se van a dejar notar sobre el Medio Ambiente, sino que traerán consigo consecuencias sociales, como un aumento de los fenómenos migratorios o el incremento de las diferencias sociales entre países.
Así pues, se plantean muchos interrogantes. ¿Cuáles serán las consecuencias de esta sobrepoblación? ¿Sabremos gestionar los recursos de manera adecuada para dar respuesta a tanta demanda? ¿Estamos dispuestos a sacrificar nuestra sociedad de “bienestar” para alcanzar el equilibrio social y ambiental?
7000 millones de personas esperan respuestas.