Desde hace unos años, cada vez es más habitual ver en las calles de nuestras ciudades a ciudadanos utilizando medios de transporte alternativos al coche. Los carriles bici se han convertido en una parte más del paisaje urbano de algunas de las metrópolis más importantes de España, y ya no nos sorprende ver a nuestro vecino ir a trabajar en bicicleta.
Poco a poco se está arraigando la idea de que una nueva forma de desplazarse es posible. Y una muestra de este pequeño cambio se refleja en eventos tan importantes como el Salón Internacional del Automóvil de Norteamérica que se viene celebrando en estos días en la ciudad estadounidense de Detroit, en el que se espera una asistencia de 750.000 personas, y que viene a representar el resurgir del mercado automovilístico en Estados Unidos, después de años difíciles en el sector.
En este espectáculo reservado habitualmente a superdeportivos y todoterrenos, también hay algo que ha cambiado. Comienzan a tomar protagonismo una nueva generación de coches en los que las grandes marcas pretenden subrayar los avances en tecnología, seguridad, confort y sobre todo el bajo nivel de consumo y emisiones.
De esta manera, los coches híbridos y eléctricos se han convertido en las estrellas indiscutibles del Salón (quién lo iba a decir hace unos años), con los que se pretende ofrecer una alternativa al motor de gasolina y al uso de los combustibles fósiles como fuente principal de energía en el transporte. Así, marcas como Toyota (todo un clásico en esto de la tecnología híbrida, creo que todos nos hemos cruzado con el silencioso Prius), u Honda continúan presentando sus apuestas, cada vez más populares y cercanas a los usuarios.
Pero más allá del híbrido, en este Salón, comienzan a verse los primeros modelos de automóviles totalmente eléctricos, en concreto más de una docena de coches de diferentes marcas de referencia en la industria, como Volkswagen, Nissan, Volvo, Ford o Jeep. Aunque el alto precio de este tipo de tecnología, unido a una autonomía limitada no permite que esta alternativa termine de despuntar, su protagonismo en esta clase de eventos ya supone todo un logro para todos aquellos que pensamos que otra forma de moverse es posible.
En un país tan vinculado al coche como Estados Unidos, donde el pasado año 2011 se registró un volumen de matriculaciones de 12,28 millones de unidades, el papel adquirido por esta nueva generación de vehículos mas respetuosos con el Medio Ambiente supone una bocanada de aire fresco y una oportunidad inmejorable para guardar en el armario el viejo motor de gasolina.
Confiemos en verlos pronto surcando nuestras carreteras.