Hasta hace bien poco imaginarme emprendiendo y creando mi propia empresa era cuanto menos ciencia ficción. Una idea que ni se me había pasado por la cabeza, porque la verdad es que nunca me imaginé decidiendo yo mismo el futuro de mi propio proyecto profesional. Pero como suele decirse por ahí, nunca digas nunca (o casi nunca).
A uno no le enseñan en el colegio, el instituto o la carrera, cómo se hace uno empresario, que forma jurídicas existen, o qué hace falta para darse de alta de autónomo. Como suele suceder en muchos casos, aprendemos a base de palos. Pero un buen día todo cambia, no sabes porqué, tan solo hace falta la propuesta y la persona adecuada para tirarte a la piscina.
Tengo que reconocer que a fecha de hoy me sigo sintiendo más cómodo dentro de la definición de emprendedor que de empresario. Imagino que por motivos culturales, la imagen que tengo de un empresario está representada por un estereotipo que no encaja mucho con mi forma de ser. Aunque por otro lado he de decir que me gusta fantasear con la idea de crear empleo y, a pesar de todos lo quebraderos de cabeza que supone ser tu propio jefe (y el de los demás), el objetivo de generar riqueza y el valor añadido que supone gestionar tu propio negocio, suaviza esa definición ya obsoleta de empresario.
Hasta la fecha la aventura emprendedora ha supuesto una montaña rusa. Subidas y bajadas emocionales. Días buenos, menos buenos y regulares. Lo mejor seguro que están por llegar. Mientras esperas ese momento, existen otra clase de recompensas que te ayudan a seguir adelante con tu proyecto, más allá de la propia cabezonería de un orgulloso de vocación incapaz de dejar nada a medias (o casi nada). Los favores en los inicios están a la orden del día, la palabra de aliento se valora como la única palabra posible en función del momento y un SÍ es la vida misma. Y por supuesto, la promesa de una vida mejor, siempre con la espada de Damocles esperando caer sobre uno.
Redes sociales, posicionamiento Web, coaching empresarial, fiscalidad, planes de empresa, community manager, etc. Un sinfín de conceptos que aparecen de la nada y que se convierten en parte de tu vocabulario de la noche a la mañana, y que vienen muy bien para ser un snob en según que ambientes.
Nadie dijo que fuera fácil, pero a pesar de todo, seguimos al pie del cañón.
¿Tú también quieres ser emprendedor? De acuerdo. Primera lección: el fracaso es una parte más del aprendizaje. Toma nota.