No cabe duda que el respeto por el Medio Ambiente y la sostenibilidad, se ha convertido en una tendencia social que nos invita a todos y cada uno de nosotros a poner en marcha buenas prácticas, destinadas a minimizar los efectos negativos de nuestras actuaciones en la vida diaria.
Es fácil encontrar ejemplos en el día a día, en el cubo de basura para envases que hemos estrenado en casa, en el nuevo contenedor de aceites usados que han puesto en el barrio, o en la cantidad de gente que desde hace un tiempo utiliza la bicicleta como medio de transporte para ir a trabajar. Como comentamos, actuaciones cotidianas.
Pero desde hace un tiempo, están cobrando mayor importancia actuaciones que se enmarcan dentro de un periodo de tiempo muy concreto, limitado, y cuyo posible efecto sobre el medio ambiente, no por ser puntual, deja de tener importancia. Hablamos de la puesta en marcha de eventos sostenibles.
Cada vez son más las empresas, instituciones y organizaciones que buscan la celebración de actos, jornadas o encuentros que cumplan con ciertos requisitos ambientales aplicables durante la organización, planificación y desarrollo de estos eventos. Aspectos como la gestión de residuos, el uso o abuso de recursos como el papel, el transporte sostenible o el consumo de energía van ganando protagonismo, sorprendiendo a unos asistentes que, en muchos casos, agradecen y valoran el esfuerzo realizado en la búsqueda de un equilibrio ambiental.
Sirva como ejemplo el mundo de la cultura. Son muchos y muy conocidos los festivales de música que, a lo largo del verano, abren sus puertas con una propuesta verde orientada a reducir la huella ecológica producida por la celebración de este tipo de espectáculos, reuniendo durante varios días a miles de personas y sirviendo como plataforma a través de la cual dirigir un mensaje de responsabilidad verde a todos los asistentes.
Acciones tan sencilla como autobuses lanzadera para acceder a la zona de conciertos, el alquiler de bicicletas, la presencia de contenedores para la separación selectiva de residuos, el uso de papel ecológico y reciclado en la cartelería, o la puesta en marcha de medidas paliativas para reducir la contaminación acústica, son algunas de las iniciativas que pueden verse cada vez más frecuentemente en estos festivales.
Se abre así la puerta a una nueva generación de eventos, un tren hacia la sostenibilidad al que se están subiendo conferencias, competiciones deportivas y los ya mencionados festivales de música, y que es previsible que tenga su colofón, o su punto de partida a nivel mundial, según se mire, en la próxima celebración de los Juegos Olímpicos de Londres de 2012, un escaparate inmejorable para hacer llegar a millones de personas la idea de que hacer las cosas de otra forma es posible.
De momento, y como fruto de esta nueva tendencia, ya han comenzado a aparecer los primeros certificados y estándares de buenas prácticas en eventos, expedidos por organizaciones privadas, lo cual demuestra el recorrido que puede tener este tipo de iniciativas. Además, se prevé que en breve (coincidiendo con los ya mencionados Juegos Olímpicos de Londres) vea la luz la nueva ISO 20121, una Norma Internacional dirigida a promover la gestión sostenible de este tipo de acontecimientos. Pero eso ya lo comentaremos en futuras entradas.
Así que ya sabéis, el presente y el futuro de los eventos se revela apasionantemente verde.